Etiqueta: Abuelos

  • 35 semanas y estoy dilatando

    Aunque no es la primera vez que me pasa, creo que esta vez lo estoy viviendo de forma más intensa. En ambas ocasiones, los médicos han ordenado reposo absoluto en cama, con medicamento para parar las contracciones.

    Y es que para cualquiera, eso de estar acostada suena como vacaciones obligadas, más que todo al final del embarazo, donde una se siente más agotada. Pero en mi caso ha sido difícil.

    Lo primero que se piensa es: ¿pude haberlo evitado?, ¿será algo que hice mal? Luego de esa etapa de culpa y duda, solo queda hacer lo que está en las manos para que todo salga bien con el bebé y con la hora del parto.

    Con Daniela era madre primeriza y mi principal preocupación era que ella no naciera antes de tiempo. Cada vez que me ponía de pie, me angustiaba tener sangrado o dolores. Era una psicosis espantosa. Las 2 semanas de reposo que estuve en cama, me sirvieron mucho para leer, relajarme, enfocarme en lo importante y prepararme física y psicológicamente para el parto.

    Ahora, no es que el bienestar de mi tercer hijo no sea importante. Claro es siempre la prioridad, pero mi realidad hoy es otra y tengo ya otros dos tesoros que cuidar, mi atención está dividida y también mis preocupaciones.

    Al oírlos jugar y pensar que no puedo acompañarlos, que no puedo darles de comer, que su festejo de navidad y año nuevo es, por ahora una incertidumbre; me afecta de muchas formas.

    Todo este conjunto de circunstancias y sentimientos me hace pensar cuáles son los factores que harían más fácil sobrellevar este tipo de situaciones de la mejor manera, tanto para la madre como para el bebé.

    1. Habla con tus otros hijos.

    Aunque sean más pequeños, explica a cada uno de ellos, qué es lo que está sucediendo. Lo más importante es que no se preocupen, que no es que te pase algo malo y que será temporal. Diles que ellos son importantes para ti y que, aunque no puedes interactuar con ellos como quisieras o como están acostumbrados, estás para ellos y los amas.

    2. No centres la atención en el nuevo bebé.

    Esto puede crear resentimiento entre tus otros hijos y el nuevo bebé. Mejor plantéalo como un momento diferente que deben vivir como familia y que deben trabajar como un equipo. El premio a todo este tiempo de espera: el nuevo hermanito.

    3. Delegar no te hace una mala madre.

    Pedir ayuda a amigos y familiares no te hace menos competente como madre o con el trabajo de la casa. Debes estar consciente de que en estos momentos necesitas apoyo y quien mejor que ellos. Habla claro de tus expectativas desde el inicio, eso te dará tranquilidad. Su apoyo puede estar relacionado con tareas de la casa, ordenar cosas del nuevo bebé, sacar a pasear a tus otros hijos, preparar comida o simplemente, hacerte compañía.

    4. Tranquilidad mental.

    En esta situación, es necesaria la tranquilidad mental y no solo física. Las personas alrededor deben ser agentes de soluciones y apoyo, no llevar conflictos ni más preocupaciones a tu mente. Debes sentirte protegida, comprendida y amada.

    Esto parece fácil, pero debemos tomar en cuenta que las embarazadas nos ponemos sensibles y tenemos el peso de lo que estamos viviendo en ese momento, más la incertidumbre de lo que vendrá, al momento de dar a luz.

    Esta paz ideal no solo depende del apoyo emocional que recibas de quienes te rodean, sino también de tu actitud ante esa realidad que te toca vivir. Al final, todo lo que sientas o hagas será percibido por tu bebé.

    5. Mente entretenida.

    Aprovecha el tiempo para realizar actividades que te gusten y que puedas hacer desde tu cama: leer un libro a alguno de tus hijos, ver una película en familia, hacer crucigramas o sudokus, leer una revista, tejer. Busca actividades tranquilas que liberen tu mente y te relajen.

    Todo reto tiene un lado positivo. En este caso, la mejor recompensa luego de este tiempo será ver a tu hijo nacer sano y dentro de una familia que lo ama mucho. Esa debe ser la principal motivación que ayudará a mantener tu mente enfocada y serena, el tiempo que sea necesario.

  • Miércoles Mudo – Cuatro generaciones #MM

    Miércoles Mudo” es un carnaval de blogs o blog hop iniciado por Maybelline de Naturalmente Mamá y participar es muy fácil, solo debes publicar los miércoles una foto (s) sin escribir nada para explicarla (s) (de ahí viene lo mudo). Luego no olvides enlazar en el linky que está debajo y dejar un comentario en cada uno de los blogs que decidas visitar. Para conocer como nació el Miércoles mudo y sus reglas, puedes hacer click aquí


  • De abuelos y nietos (primera parte)

    Hay quienes dicen que se es hijo hasta que se es padre, y yo comparto este pensamiento. Cuando se tiene la bendición de tener un hijo, se abre una ventana nueva y se tiene una perspectiva totalmente diferente de esos a quienes antes llamábamos padres y que ahora llamamos abuelos.

    Este cambio se refleja en todos los sentidos, en lo personal y en lo familiar. Se incrementa la interacción con ellos y el tiempo y la calidad de tiempo que se comparte, más cuando el nieto o nieta en cuestión es el primero en la familia. Dejan de ser solo padres y se vuelven más evidentes otras facetas como las de maestros, enfermeras y consejeros.

    Pero más allá del compartir que, con la llegada del bebé se vuelve literalmente cotidiano, el cambio más profundo radica en cómo ves a tus padres, lo que eran para ti antes de este gran suceso y lo que llegan a ser, luego del nacimiento de tu hijo.

    Su imagen se vuelve más profunda, espesa, con sustancia. Ese amor que sabías que existía entre tú y tus padres se ha materializado. Se puede tocar y late, o mejor dicho, arde en tu corazón como nunca antes.

    Ya no asumes cuánto te aman tus padres, cuánto amor existe en ese “te quiero” o “te amo” que te dicen y te han repetido desde que tienes memoria, nunca esas dos palabras habían tenido tanto sentido en tu corazón. Ese mismo amor es el que tú sientes por tu hijo, ahora sabes realmente qué es amar de esa manera y todo lo que implica.

    Esta revelación explica muchas cosas: los regaños sin razón aparente, los silencios incómodos en la mesa o en el auto, los desvelos y levantadas temprano (y nosotros como hijos sin saberlo).  Ese sacrificio de toda una vida se vuelve tan claro y tan actual que da miedo.

    Ese “no te metas en mi vida” que algún día dirá ese hijo que ahora tenemos en nuestros brazos, no solo te llevará a pensar “algún día lo entenderás”, sino a meditar en silencio cuántas veces tal vez lo dijimos a nuestros propios padres, sin entender. En ese momento ir hacia ellos y decir un “lo siento”, significará más que hace 10 años.

    Por eso y por lo que me falta por vivir como madre… gracias a mis abuelos por sus cuidados y su cariño, y gracias a mis padres porque ahora los amo y admiro más que antes…todo lo que pueda decir me parece pequeño…gracias Daniela.

  • De abuelos y nietos (segunda parte)

    La relación entre un abuelo y un nieto es todavía un misterio que estoy comenzando a entender (aunque tengo 27 años de ser nieta, no es lo mismo ver el fenómeno como espectadora).

    Cuando sus miradas se encuentran es como si se conocieran desde siempre, como si el mundo se detuviera en ese instante y las palabras sobraran. Ese momento romántico se vuelve perfecto cuando es interrumpido por una carcajada infantil, que ilumina el espacio.

    Y es que esa complicidad espontánea que existe entre ambos no se enseña, solo se va perfeccionando con el tiempo.

    Abuelo y nieto son como los extremos de una misma cuerda, los separa una brecha natural que dan los años, pero al encontrarse el uno con el otro se entrelazan de una manera perfecta, cerrando el círculo infinito de la vida.

    Porque el abuelo ve reflejado a su hijo o hija en la mirada inocente del nieto, en un instante, pero ve la eternidad de lo que fue y de lo que nunca pudo ser.

    Ese amor incondicional del padre se vuelve indescriptible cuando viene del abuelo, quien es padre al cuadrado. Ama el doble, abraza, besa y consiente el doble, sin responsabilidades ni compromisos, solo por el simple hecho de amar.