De abuelos y nietos (primera parte)

Hay quienes dicen que se es hijo hasta que se es padre, y yo comparto este pensamiento. Cuando se tiene la bendición de tener un hijo, se abre una ventana nueva y se tiene una perspectiva totalmente diferente de esos a quienes antes llamábamos padres y que ahora llamamos abuelos.

Este cambio se refleja en todos los sentidos, en lo personal y en lo familiar. Se incrementa la interacción con ellos y el tiempo y la calidad de tiempo que se comparte, más cuando el nieto o nieta en cuestión es el primero en la familia. Dejan de ser solo padres y se vuelven más evidentes otras facetas como las de maestros, enfermeras y consejeros.

Pero más allá del compartir que, con la llegada del bebé se vuelve literalmente cotidiano, el cambio más profundo radica en cómo ves a tus padres, lo que eran para ti antes de este gran suceso y lo que llegan a ser, luego del nacimiento de tu hijo.

Su imagen se vuelve más profunda, espesa, con sustancia. Ese amor que sabías que existía entre tú y tus padres se ha materializado. Se puede tocar y late, o mejor dicho, arde en tu corazón como nunca antes.

Ya no asumes cuánto te aman tus padres, cuánto amor existe en ese “te quiero” o “te amo” que te dicen y te han repetido desde que tienes memoria, nunca esas dos palabras habían tenido tanto sentido en tu corazón. Ese mismo amor es el que tú sientes por tu hijo, ahora sabes realmente qué es amar de esa manera y todo lo que implica.

Esta revelación explica muchas cosas: los regaños sin razón aparente, los silencios incómodos en la mesa o en el auto, los desvelos y levantadas temprano (y nosotros como hijos sin saberlo).  Ese sacrificio de toda una vida se vuelve tan claro y tan actual que da miedo.

Ese “no te metas en mi vida” que algún día dirá ese hijo que ahora tenemos en nuestros brazos, no solo te llevará a pensar “algún día lo entenderás”, sino a meditar en silencio cuántas veces tal vez lo dijimos a nuestros propios padres, sin entender. En ese momento ir hacia ellos y decir un “lo siento”, significará más que hace 10 años.

Por eso y por lo que me falta por vivir como madre… gracias a mis abuelos por sus cuidados y su cariño, y gracias a mis padres porque ahora los amo y admiro más que antes…todo lo que pueda decir me parece pequeño…gracias Daniela.

4 Comentarios »

  1. Bea! mil gracias por compartir esto conmigo! Espero algún día poder sentir esa alegría y ver la maternidad desde esa perspectiva. Por ahora, me hace muy feliz saber que no podrías estar más feliz!

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  2. Un recuerdo doloroso, pero, a la vez maravilloso, nos une en el AMOR, el ya no nos acompaña fisicamente, pero si en su espiritu, que ese Amor de Hermano te de la fortaleza para que seas una buena madre, hermana e hija y que todo el amor que seas capaz de transmitir sea en beneficio de tu felicidad, esa felicidad que DIOS tiene para TI desde la eternidad.

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  3. Que bonito Bea, me encanta tu blog, leo tus comentarios y espero con ansias el día en que pueda sentir el amor más grande que se puede sentir en la vida… el amor por tus hijos!

    Que bendición la tuya, el tener dos hermosos frutos del amor entre tu esposo y tu… Bendiciones para tu familia!

    Un abrazo,

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  4. Una meditacion realmente inspiradora, no le sobra ni una palabra, solo le falta lo que a cada uno resulta ser una situacion individual naturalmente, me encanto!!!! En su momento no lo lei pero sigue siendo tan actual como lo sera en 100 años!!!!

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