Categoría: Familia en duelo

  • Pérdida gestacional y perinatal: un duelo anónimo

    Pérdida gestacional y perinatal: un duelo anónimo

    Hoy 15 de octubre es un día para recordar con amor y esperanza a esos bebés que nunca cargamos, pero que se llevaron una parte de nuestro corazón. Es el día internacional para la visualización del duelo y las pérdidas gestacionales y perinatales.

    Ese dolor es real y no desaparece, pero aprendemos a vivir en honor a esos que se adelantaron y por lo que quedaron. Si eres madre de un ángel, no temas comentarlo mi recordarlo #hablemosdeduelo #duelogestacionalyperinatal

    ¿Sabían que 1 de cada 4 mujeres ha tenido una pérdida, durante el embarazo? Y no hablamos de eso. Muchas veces no nombramos a ese hijo o hija. Es un duelo anónimo. Pero hoy podemos recordar y poner una vela por ese ángel que solo se ha adelantado. Yo soy 1 de 4 #yosoy1de4

    Fui madre por primera vez en 2006. Mi hija Ángela hubiera nacido en el 2007. Sería ya una señorita. Soy feliz porque ella estuvo con nosotros. Solo 13 semanas bastaron para amarla con todas nuestras fuerzas y encender nuestro corazón. Por ella y sus hermanos mi esposo y yo daríamos la vida. Una parte de nuestro corazón se fue con ella.

    El duelo gestacional y perinatal es invisible y silencioso. Es anónimo porque las mujeres no se llaman madres y muchos de esos bebés no tienen nombre. No los nombramos porque quizá fueron tan pequeños que ni siquiera supimos si eran niños o niñas. A este dolor y vacío se agrega que, en muchos países, los padres ni siquiera tienen la oportunidad de solicitar los restos de su bebé para darle el debido trato.

    Es admirable por esta razón la iniciativa #adióshijo de Women of the world Plataform quienes tienen un proyecto de ley en España, para dar tratamiento digno a los restos de los bebés que fallecen durante la gestación.

    Aprovechemos este día y este mes para compartir historias y testimonios sobre mujeres que han vivido esta experiencia. Padres y madres que no están solos. Además, sus corazones estarán por la eternidad atados con amor con el de su hijo en el cielo.

  • Lactancia Materna con los brazos vacíos

    Lactancia Materna con los brazos vacíos

    En el marco de la #semanamundialdelalactanciamaterna #smlm2020 he estado publicando varios artículos que he escrito a lo largo de estos 11 años de vida del blog.

    Para cerrar la semana, he decidido compartir con ustedes cómo fue la lactancia materna de mi quinto hijo Gabriel.

    Por ser un niño prematuro, mientras estuvo en Nursería del hospital, lo alimentaban con mi leche pero por medio de sonda.

    Recuerdo lo duro que fue ir a visitarlo y saber que no tenía fuerza para tomar directo de mi pecho. Pero, como no era primeriza y producía leche abundante, me podía extraer hasta 7 onzas en pocos minutos.

    En la zona de extracción eramos 3 o dos mamás cada turno y, mientras cada una luchaba por sacarse la mayor cantidad de leche para dejarles a nuestros bebés, nos apoyábamos y platicábamos sobre cómo nos sentíamos y los avances de cada hijo. Esa amistad con ellas sigue vigente hasta el día de hoy, casi 6 años después de esos días difíciles en 2014.

    Con mis otros hijos usé muy pocas veces el extractor, ya que todos fueron lactancia exclusiva a demanda y podía llevarlos siempre conmigo. Con el paso de los días fui tomando práctica.

    El día que Gabriel empeoró y falleció, no me extraje nada de leche. Un mes estimulando la producción no podía terminar tan efímeramente como fue su partida al cielo.

    Además del dolor en el corazón por la partida de mi bebé tuve que lidear por el dolor en el pecho, ya que la leche seguía queriendo salir, pero ya no había nadie a quien alimentar.

    Recuerdo justo al entrar al cementerio tuve la sensación que mis pechos se llenaban de leche. En otras circunstancias, esto hubiera sido signo de que el bebé ya estaba por pedir alimentarse, que tendría hambre pronto.

    En mi caso, el pecho estaba lleno, pero los brazos vacíos. Tuve que esperar varias semanas para que la producción bajara hasta desaparecer, de forma natural. Es increíble cómo el cuerpo, en su sabiduría natural, sigue luchando por alimentar a ese niño. Hasta nuestro cuerpo se resiste a dejarlo ir. Es un dolor inexplicable.

    Sin duda la lactancia materna crea un lazo único y fuerte entre madre e hijo. Para quienes hemos experimentado lactancia materna luego de la muerte del bebé, ese lazo no se rompe, sino que trasciende la vida y la eternidad.

  • Herramientas de Disciplina Positiva para un duelo positivo

    Herramientas de Disciplina Positiva para un duelo positivo

    La Disciplina Positiva es una filosofía de vida que promueve los límites en la crianza, con base en el respeto mutuo y la cooperación.

    Desde hace más de un año, que conocí sobre esta forma maravillosa de ver la vida, gracias a una Certificación en Disciplina Positiva en la familia; he descubierto cómo sus principios se pueden aplicar a muchas áreas en la dinámica cotidiana del hogar, del trabajo y la vida en general.

    Existen tres herramientas de Disciplina Positiva que incluso pueden ayudarnos en momentos de duelo. Les comparto cada una de ellas.

    1.Autocuidado: La Disciplina Positiva promueve mucho las actividades de autocuidado, ya que estar bien con nosotros mismos, con un equilibrio mental y emocional, es la base para estar bien con los demás y nuestro entorno.

    Pero al momento de enfrentar una pérdida significativa se nos olvidan elementos tan básicos como comer, dormir bien, tomar una ducha. Estas y otras actividades cotidianas básicas pueden pasar a segundo plano. Es por eso que es tan importante tener en cuenta actividades de autocuidado como el ejercicio regular, practicar un pasatiempo, leer, orar, caminatas en la naturaleza; todo lo que nos relaje es bienvenido.

    Cuando estamos en momentos de tristeza profunda o duelo son importantes las personas de nuestro círculo de apoyo, familia, amigos cercanos, vecinos; no solo para sentir apoyo emocional, sino para que estén pendientes de nuestras necesidades físicas y de ocio.

    2. Identificar tus sentimientos: parece fácil, pero para nuestra generación existe un gran vacío en la educación de la inteligencia emocional. Aun de adultos, no nos sentimos cómodos mostrando y expresando nuestras emociones, ya que lo asociamos con ser vulnerables y mostrar debilidad.

    La Disciplina Positiva nos invita constantemente a la empatía y a crear conexión con los demás. El primer paso para esto es identificar sentimientos, expresarlos de forma sana y honesta e invitar al otro a hacer lo mismo.

    Cuando hemos pasado por una pérdida, debemos también identificar nuestros sentimientos. Es normal que parezcan confusos, mezclados con ira y angustia. Una vez que le ponemos nombre a cómo nos sentimos, podemos dar el siguiente paso.

    3.Visualizar los problemas como oportunidades de aprendizaje: el proceso de duelo es un camino que todos recorremos, queramos o no, en algún momento de la vida. Ya sea por la pérdida de un ser querido, de un trabajo, salud o por el impacto de una crisis familiar donde se experimentan momentos y situaciones dolorosas que nos cambian la vida. Ante cualquiera de ellas atravesar un tunel oscuro es innevitable. Pero tenemos la opción de que la meta sea superar el camino y salir a la luz más fortalecidos.

    La Disciplina positiva nos invita a tener una perfectiva positiva y de aprendizaje para cada reto. Esto nos cambia totalmente la perspectiva sobre las dificultades, ya que las dejamos de ver como algo que nos afecta de forma negativa, y pasamos a verlas como una oportunidad para superarnos a nosotros mismos.

    Que el duelo que estás pasando sirva como una etapa de crecimiento interior para ti y tu familia. Nada llega a tu vida sin una razón y nada ni nadie se va antes de tiempo.

  • La cuarentena, el duelo que nos obliga a reinventarnos

    La cuarentena, el duelo que nos obliga a reinventarnos

    Durante esta época de confinamiento, donde nos hemos reencontrado con nuestro cónyuge, con nuestros hijos, con nuestro hogar; mostrando una realidad con cosas buenas y no tan buenas. También ha sido una oportunidad de fortalecer los lazos y crear nuevos puntos en común con los miembros de nuestra familia.

    Nos hemos preguntado también sobre hacia dónde vamos, las cosas que importan realmente y sobre la muerte.

    Acercarnos a la muerte no es fácil y parece desagradable o triste. Pero el contexto mundial de pandemia primero nos llevó a ver la muerte lejana, como protagonista de cifras internacionales.

    Luego ahora, que en nuestro país se elevan las víctimas de Covid 19 y que tu vecino o tu amigo o familiar se contagia y fallece; la muerte te toca la puerta, la vez cara a cara y de frente.

    El problema es que culturalmente nos han enseñado a reprimir sentimientos y que de la muerte es mejor no hablar. Nada más alejado de la realidad, que es natural al ser humano. Todos vamos a morir, no tenemos nada más certero. No sabemos cuando ni cómo, pero es inevitable.

    Si esto es así, ¿porque no nos gusta o evitamos hablar del tema?

    La muerte deja al descubierto nuestra vulnerabilidad como seres humanos, y nos recuerda que no tenemos control absoluto de nuestra vida.

    El duelo es un proceso normal y esperado, luego de una pérdida significativa. Es necesario enfrentarlo y vivirlo. Bajo esta premisa, todo lo que implica una pérdida implica un duelo: rompimiento de una relación, perder el trabajo, cambiar de domicilio, muerte de alguien cercano, entre otros.

    La cuarentena que nos ha tocado vivir en la mayoría de países, por la pandemia de Covid 19 tiene inherente un proceso de duelo que debe ser analizado.

    Hemos perdido libertad de movimiento, dejado en pausa proyectos personales, algunos han quedado sin trabajo, otros han perdido de forma temporal a seres queridos, ya que solo podemos verlos a través de las pantallas; y en el peor de los casos hemos visto fallecer a amigos, familiares y conocidos, debido a esta terrible enfermedad. Además de esto, muchos no han podido despedirse de quienes han partido. Esto agudiza la situación.

    Entonces, ¿qué implicaciones tendrán estas pérdidas en la salud mental y emocional de todos nosotros, en el futuro cercano? Aún no podemos saberlo. Lo que si sabemos es qué podemos hacer hoy, en el presente, para reorganizarnos y vivir estos duelos de forma sana y constructiva.

    Ten cerca a quienes parecen lejos… utiliza las tecnologías, no reprimas el llanto, no dejes de decir te amo y te extraño. Es normal sentir miedo y tristeza de vez en cuando, y es mejor expresarlo de forma sincera y oportuna.

    Cuando te sientas desanimado… enumera todas las cosas buenas que te ha traído esta cuarentena: más unidad familiar, momentos de autoconocimiento y reflexión. Todos tenemos cosas por las que estar agradecidos, aún en medio de los peores momentos.

    Incorpora nuevas actividades a tu rutina… incorpora en tu día a día actividades de relajación y autocuidado, 10 minutos al sol también trae beneficios para tu salud y estado de ánimo. Caminar al aire libre, realizar ejercicios físicos, o practicar un arte o tocar un instrumento también puede ayudar.

    Si no pudiste decir adiós… tómate tiempo para llorar y extrañar, esto forma parte de tu proceso de sanación. Concreta rituales de despedida como escribir una carta a quien ha fallecido. De acuerdo a tu fe o espiritualidad , puedes orar o encender una vela, como símbolo de recogimiento.

    El duelo tiene varias fases, que incluyen pasar por negación, ira, negociación, depresión y aceptación. Debemos llegar en algún momento al nivel de aceptación de la nueva realidad y sentirnos cómodos con lo que implique. Esto no se logra de un día para otro, lleva tiempo y mucho trabajo de equipo. Con apoyo de toda la familia es más fácil y llevadero lograrlo.

  • Conviviendo con la muerte. Cómo enfrentar de forma positiva un proceso de duelo

    Conviviendo con la muerte. Cómo enfrentar de forma positiva un proceso de duelo

    Fragmento del artículo escrito para Blog Educar en Familia de Fundación ICEF.

    Gracias a ICEF por la oportunidad de aportar con un poco de reflexión sobre este tema.

    Pueden ver el texto completo en el link que se encuentra en la parte inferior del artículo.

    ———————–

    La muerte es algo inevitable y parte de la vida. Ciertamente es la parte más certera, pero lastimosamente no siempre nos preparamos para su llegada.

    Todos los duelos son diferentes, no solo porque nos toca enfrentarlo en un contexto específico, dependiendo del momento que estemos viviendo. No será lo mismo si vemos morir a un abuelo, cuando somos niños o adolescentes; o verlo irse cuando ya somos adultos y tenemos tal vez nuestra propia familia.

    También será diferente el impacto de esa pérdida, dependiendo de nuestra cercanía y relación con el difunto.

    Aunque recemos y pongamos todo el dinero, los mejores hospitales y médicos al servicio de preservar esa vida, cada uno tiene un tiempo para impactar en este mundo. Más impotente aún es cuando la ausencia es consecuencia de un accidente, suicidio o sucesos inesperados y/o violentos.

    Continuar leyendo… 👇🏼👇🏼👇🏼

    https://icefsal.org.sv/2019/11/02/conviviendo-con-la-muerte-como-enfrentar-de-forma-positiva-un-proceso-de-duelo/

  • Qué pasa cuándo Dios dice «No»

    Qué pasa cuándo Dios dice «No»

    A raíz de varias pláticas con mamitas que han perdido un hijo, una de ellas me sugirió escribir sobre este tema.

    De todos los duelos que podemos vivir, la muerte de un hijo es la que no tiene nombre. Nos llamamos huérfanos cuando perdemos un padre o madre, viudos cuando perdemos un cónyuge. Pero el dolor de ver morir un hijo o hija es antinatural y no hay palabras que lo definan.

    La lógica del camino de nuestro recorrido por la tierra es que los padres morimos antes que nuestros hijos, ellos deberían enterrarnos ya al final de nuestros días. Pero a veces no es así.

    La muerte es algo inevitable y parte de la vida. Ciertamente es la parte más certera, pero lastimosamente no siempre nos preparamos para su llegada.

    Todos los duelos son diferentes, no solo porque nos toca enfrentarlo en un contexto específico, dependiendo del momento que estemos viviendo. No será lo mismo si vemos morir a un abuelo, cuando somos niños o adolescentes o verlo irse cuando ya somos adultos y tenemos tal vez nuestra propia familia.

    También será diferente el impacto de esa pérdida, dependiendo de nuestra cercanía y relación con el difunto.

    Aunque recemos y pongamos todo el dinero, los mejores hospitales y médicos al servicio de preservar esa vida, cada uno tiene un tiempo para impactar en este mundo. Más impotente aún es cuando la ausencia es consecuencia de un accidente, suicidio o sucesos inesperados y/o violentos.

    Esto es difícil de comprender en el momento de un desenlace que no nos gusta y nos aleja de alguien querido. Pero en Dios encontramos la paz que necesita nuestro corazón en esas circunstancias. Se lee fácil, pero vivirlo es un reto que no termina nunca. Lleva tiempo y es un proceso personal, y al mismo tiempo familiar y comunitario.

    Dios dispone de la vida de cada uno, para un propósito que va más allá del entendimiento humano y limitado. Por eso, cuando él parece decir NO a las oraciones o deseos nuestro corazón, es realmente una oportunidad de redescubrir su voluntad para nuestra vida.

    En la familia, hemos visto llegar a la muerte varias veces, ciertamente la más dolorosa fue cuando se llevó a nuestro querido Gabriel, de un mes de edad, en el 2014. Luego de eso nuestra vida cambió mucho. No es algo que se supere, más bien se aprende a vivir con ese vacío, ausencias, silencios. Pero se puede volver a sonreír y a disfrutar de todo lo bueno que tenemos.

    Llorar porque ya no están es parte del proceso de sanación y es inevitable, pero también, al ver el cielo tengamos la certeza que ese abuelo, hijo, hermano, amigo, padre que ya no podemos abrazar, está unido a nuestro corazón por una fuerza que no se ve, pero que es mayor que la misma muerte.

    Hoy celebremos el día de los difuntos o día de los muertos. Es un día para estar alegres por la vida de quienes ya no están físicamente y también un día para recordarlos con amor y esperanza.